miércoles, 21 de octubre de 2009

Un Mujerón...

Cuando escuché la palabra “Mujerón”, lo primero que se me vino a la mente fue una mujer con características peculiares: un busto prominente, curvas pronunciadas, atractiva, “sexy”, con atributos naturales o por obra de la cirugía estética. La definición es producto de la connotación que la sociedad le ha dado a la palabra, muchas veces dicha para expresar un deseo morboso de posesión de la mujer.

Mientras iba pensando en cómo dar un significado a la palabra “mujerón” sin utilizar palabras soeces o por pasar por maleducado, una pantalla color negro se iluminó frente a mí. Una mujer anciana, con cabello blanco pero llena de dulzura y ternura se perfiló en el escenario. No sabía de qué se trataba, ¿qué tenía que ver una mujer anciana con la definición de “mujerón” que yo había perfilado en mi mente? Con el desarrollo del video pude entenderlo a la perfección.


Una mujer anciana subió los escalones de su casa, entró a un cuarto bastante humilde donde en una cama yacía un joven no mayor a 18 años, que según parece sufría una parálisis. La mujer con todo el amor y el orgullo del mundo afirmó que era su nieto. Fue gratificante observar el amor con que la mujer lo limpiaba, lo vestía, le cepillaba los dientes e incluso, a pesar de su edad ya avanzada, lo amarcaba para bajar los escalones hasta la primera planta de la casa, lo sentaba en la silla de ruedas, y empujándola emprendían juntos el camino hacia un lugar aún desconocido para mí.

Tomar un bus era un completo caos, ya que ningún “busetero” se estacionaba para que la mujer y su nieto puedan llegar a su destino. De repente un bus se estaciona, la mujer toma a su nieto entre sus brazos, lo sube al bus y así continúan su camino; aunque a veces no falta alguna mano amiga que le ayude a cargar a su nieto o a su vez la silla de ruedas. Después de hacer un trasbordo y repetir el trámite anterior, la mujer llega a su destino. Ante mis ojos se perfiló un instituto de rehabilitación. Imágenes aleatorias del nieto en varias de las terapias fueron apareciendo en la filmación junto con algunas palabras que la gran mujer decía acerca de lo que estaba pasando. Con lágrimas en los ojos, el “mujerón” agradecía a Dios y a las personas que la estaban ayudando en la rehabilitación de su nieto.



No cabe duda que el amor es capaz de vencerlo todo, incluso las limitaciones físicas causadas por la edad. El “mujerón” de cabello blanco, a pesar de su avanzada edad, tenía la fuerza suficiente como para alzar a su nieto en brazos y bajar los escalones de su casa y de un bus. Una mujer fuerte, decidida, entregada a su lucha y perseverante, son pocos adjetivos con los que se puede definir a un verdadero “mujerón”.

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